La Verdadera Leyenda del Casino del Diablo en Hermosillo
En las ruinas de lo que una vez fue un opulento club de campo en Hermosillo, Sonora, yace una de las leyendas más oscuras y persistentes de México. Fundado alrededor de mil novecientos cuarenta y cinco por el general Abelardo Rodríguez, el lugar no siempre fue conocido por su siniestro apodo. Antes del fuego y el pánico, era el epicentro de la vida social de la élite, un oasis de lujo con campos de golf, albercas y salones donde se celebraban los bailes más elegantes de la región.
Una Noche para Recordar
La leyenda se centra en la fatídica noche de fin de año de mil novecientos cincuenta y uno. Una joven de dieciséis años, a quien la memoria popular ha bautizado como Linda, soñaba con asistir al gran baile del club. Ante la estricta negativa de su madre, la desesperación la llevó a un acto impensable: se dice que en la soledad de su habitación, ofreció su alma al diablo a cambio de poder asistir a la fiesta.
Contra todo pronóstico, Linda logró llegar al casino. Era todo lo que había imaginado. Las luces, la música y el glamour la envolvieron. Pronto, un hombre de apariencia impecable y elegancia sobrehumana la invitó a bailar. Su magnetismo era irresistible y su habilidad en la pista era tan extraordinaria que parecía flotar sobre el suelo. La pareja se convirtió en el centro de todas las miradas, bailando pieza tras pieza sin descanso.
El Pacto Revelado
Mientras la noche avanzaba, Linda comenzó a sentir un intenso escozor en su espalda. El dolor se convirtió en una quemazón insoportable. Fue entonces cuando el horror se desató. El rostro de su apuesto acompañante comenzó a deformarse, su piel se arrugaba y ennegrecía como si ardiera desde dentro, y un penetrante olor a azufre impregnó el aire del salón.
Aterrorizada, Linda bajó la mirada y descubrió la verdad: su pareja de baile no tenía pies humanos. En su lugar, se sostenía sobre una pata de gallo y una pezuña de cabra. El grito de la joven fue el preludio del caos. El demonio, revelado en su verdadera forma, desató un infierno literal. Las llamas consumieron el casino en cuestión de minutos, mientras Linda, en estado de shock, perdía la conciencia para no recuperarla jamás.
Entre la Historia y el Mito
La versión oficial atribuyó el incendio a causas mundanas como un sabotaje político o una broma de mal gusto. El club cerró definitivamente sus puertas en mil novecientos sesenta y dos, alegando problemas de escasez de agua para mantener el campo de golf. Sin embargo, la leyenda ofrece una explicación mucho más oscura.
Se rumoreaba que el propio general Rodríguez había hecho un pacto con el diablo para asegurar el éxito de sus negocios, y que la arquitectura del lugar contenía simbología ocultista. Según esta versión, tras la partida del general, un sacerdote bendijo las instalaciones, rompiendo el pacto y condenando el casino a su declive. Las ruinas se convirtieron con el tiempo en un lugar de peregrinaje para curiosos, investigadores de lo paranormal y practicantes de rituales oscuros, consolidando para siempre su nombre: El Casino del Diablo.


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