El misterio de D.B. Cooper: el hombre que se evaporó en el aire
Hay crímenes que se resuelven y criminales que son capturados. Y luego está la historia de D.B. Cooper, un caso que se ha convertido en una auténtica leyenda en los anales del crimen estadounidense. Es el relato de un hombre que cometió un audaz secuestro aéreo y luego desapareció sin dejar rastro, creando uno de los misterios sin resolver más fascinantes del siglo XX.
Un secuestro a 10.000 metros de altura
Todo comenzó el 24 de noviembre de 1971. Un hombre de apariencia tranquila, que se registró bajo el nombre de Dan Cooper, abordó un vuelo de Northwest Orient Airlines en Portland, Oregón. Poco después de que el Boeing 727 despegara, Cooper le entregó una nota a una de las azafatas. Con total calma, le informó de que tenía una bomba en su maletín.
A diferencia de otros secuestros de la época, sus motivaciones no parecían ser políticas. Sus exigencias eran directas y materiales:
200.000 dólares en billetes sin marcar y cuatro paracaídas.
El intercambio y un nuevo despegue
Las autoridades cooperaron. El avión aterrizó en el aeropuerto de Seattle, donde se realizó el intercambio. El dinero y los paracaídas fueron entregados a Cooper a cambio de la liberación de los 36 pasajeros. Una vez completada la transacción, y con solo la tripulación a bordo, Cooper dio nuevas instrucciones: debían despegar de nuevo, esta vez con rumbo a Ciudad de México, volando a baja altitud y con el tren de aterrizaje desplegado para mantener una velocidad reducida.
El salto a la leyenda
En algún punto durante el vuelo, en medio de una noche gélida y una fuerte tormenta sobre el suroeste del estado de Washington, Cooper hizo su movimiento final. Ordenó a la tripulación que permaneciera en la cabina, se dirigió a la parte trasera del avión, bajó la escalera de popa —una característica única del Boeing 727— y saltó hacia la oscuridad.
Cuando el avión aterrizó, no había ni rastro de él. Se había desvanecido.
Una búsqueda sin precedentes
El FBI inició inmediatamente una de las investigaciones más largas y costosas de su historia, con el nombre en clave «NORJAK». Rastrearon por tierra y aire la posible zona de aterrizaje, interrogaron a cientos de personas y analizaron todas las pistas posibles. Pero no encontraron nada: ni el cuerpo, ni el maletín con el dinero, ni los paracaídas.
Durante años, el caso permaneció congelado. La única pista tangible apareció en 1980, cuando un niño que acampaba con su familia encontró tres fajos de billetes de 20 dólares semienterrados en la orilla del río Columbia. Los números de serie confirmaron que era parte del dinero del rescate. Sin embargo, este hallazgo solo añadió más preguntas al enigma.
A día de hoy, nadie sabe quién fue D.B. Cooper o qué fue de él. ¿Murió en el salto o logró una huida perfecta? Su identidad y su destino final siguen siendo un completo misterio.


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