El Puente del Diablo en Jalisco: El Pacto de Sangre que Engañó al Demonio

En el estado de Jalisco, México, una imponente estructura de piedra cruza el Río Grande de Santiago, conectando el poblado de Puente Grande con Guadalajara. Conocido oficialmente como el Puente Grande, la tradición y el tiempo le han otorgado un nombre mucho más siniestro: «El Puente del Diablo». Construido a principios del siglo XVIII, su historia está entrelazada con leyendas de pactos oscuros, astucia humana y una venganza que, según se dice, perdura hasta nuestros días.

La Leyenda del Alarife Astuto

La versión más extendida de la leyenda se sitúa entre los años mil setecientos dieciocho y mil setecientos veinte. El maestro de obras, o alarife, encargado de la construcción, se encontraba en una situación desesperada. El plazo de entrega se acercaba peligrosamente y los contratiempos no cesaban: las lluvias torrenciales, la falta de material y los problemas con los obreros hacían imposible la finalización de la obra a tiempo.

Una noche, consumido por la angustia, se le apareció una figura elegante y bien vestida, un catrín que no era otro que el diablo. La entidad le hizo una oferta irresistible: él terminaría el puente en una sola noche, antes de que cantara el gallo, a cambio de la primera alma que lo cruzara. Desesperado, el alarife aceptó, pero el diablo exigió un contrato firmado con la sangre del constructor, modificando el precio a cambio del alma del propio alarife.

Con el pacto sellado, legiones de demonios surgieron de las sombras y trabajaron a una velocidad inhumana. El puente se erigía piedra sobre piedra bajo la luz de la luna. Sin embargo, justo cuando los demonios se disponían a colocar la última piedra, el alarife recordó un detalle crucial. El contrato estipulaba que el puente debía estar «total y absolutamente terminado conforme a las especificaciones de proyecto». Con valentía, le señaló al diablo que en los planos originales figuraba una pequeña capilla dedicada al arcángel San Gabriel, un detalle que sus huestes habían omitido.

Furioso al verse burlado por un tecnicismo, el diablo no pudo reclamar el alma. Aunque el puente estaba en pie, el contrato estaba legalmente roto. Se dice que, como venganza, la estructura reclama vidas a través de inexplicables y frecuentes accidentes.

La Noche del Borracho y el Canto del Gallo

Otra popular leyenda ofrece una versión diferente de los hechos. Narra la historia de un hombre ebrio que, lamentándose a orillas del río por no poder cruzar, invocó sin querer al diablo. Este se le apareció y le ofreció construir el puente a cambio de su alma. El hombre aceptó, pero al ver a las criaturas infernales trabajando, el pánico se apoderó de él y corrió a casa para contárselo a su esposa.

La mujer, demostrando una increíble astucia, salió al patio y comenzó a imitar el canto de un gallo con todas sus fuerzas. Su imitación fue tan convincente que los gallos de la comarca se despertaron y comenzaron a cantar, anunciando un falso amanecer. El diablo, creyendo que su tiempo se había agotado, no pudo colocar la última piedra. Enfurecido, la arrojó al río y se retiró, prometiendo vengarse de quienes osaran cruzar su puente incompleto. Según esta versión, el puente posee un «hoyo» o «bache» en su centro que, sin importar cuántas veces sea reparado, siempre vuelve a aparecer.

A pesar de los siglos transcurridos, la reputación del Puente del Diablo perdura. Los relatos de accidentes en un tramo que, paradójicamente, es una línea recta, alimentan la creencia de que una antigua deuda sigue cobrándose sobre el asfalto.