La Última Pregunta: Una Reflexión Sobre el Valor de una Vida
Desde el principio de los tiempos, la humanidad se ha hecho la misma pregunta: ¿qué hay después? ¿Existe un juicio final, un balance de nuestras acciones? Nuestro nuevo relato de ficción aborda este misterio universal a través de un diálogo íntimo y profundo. Es la historia de un hombre, Anselmo, que se encuentra en el lugar al que todos llegan y se atreve a hacer la pregunta que todos nos haremos algún día.
Más Allá de la Contabilidad del Bien y el Mal
Al encontrarse ante una presencia que se define a sí misma como «una respuesta», la primera inquietud de Anselmo es saber si ha vivido bien. En su pregunta resuena una ansiedad muy humana: la necesidad de saber si sus actos suman un «balance positivo». Buscamos una calificación, una nota final que nos diga que todo ha merecido la pena.
Sin embargo, la respuesta que recibe desarma por completo esta visión transaccional de la existencia. La entidad no lleva cuentas. Para ella, la definición de una vida plena no se encuentra en un listado de aciertos y errores, sino en la experiencia misma: «Amaste. Reíste. Lloraste. Dudaste. Eso es vivir». Se nos presenta una idea en la que el valor no reside en la perfección, sino en la profundidad de lo sentido.
El Amor como la Verdadera Medida
Si no hay un juicio basado en nuestros actos, ¿qué es lo que queda? La respuesta que ofrece el relato es tan sencilla como poderosa. La divinidad no se fija en un libro de contabilidad, sino en algo mucho más fundamental: «Solo observo el amor que dejaste. Y el que te llevas».
Esta perspectiva cambia el enfoque de nuestras vidas. Sugiere que nuestro verdadero legado no son los logros materiales ni los reconocimientos, sino las conexiones que forjamos. El amor se convierte en la única herencia real, la única energía que trasciende y que nos llevamos con nosotros.
El Siguiente Paso hacia el Misterio
Finalmente, ante la pregunta inevitable de «¿qué sigue ahora?», la respuesta es tan enigmática como tranquilizadora: «El siguiente paso». No se ofrecen descripciones detalladas de paraísos ni reencarnaciones. El relato abraza el misterio, sustituyendo el miedo a lo desconocido por una serena invitación a continuar un viaje.
La historia concluye con una simple palabra, «Ven», que no es un veredicto, sino una guía. Nos deja con una sensación de paz, sugiriendo que el final de la vida no es una puerta que se cierra, sino un umbral que se cruza.


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