El Nombre que Deletreó la Oscuridad

 

Hay advertencias que suenan a reto y puertas que la curiosidad nos empuja a abrir. El siguiente relato es la crónica de una de esas advertencias ignoradas y de las consecuencias irreversibles de jugar con lo desconocido. Comienza, como tantas otras historias de miedo, con una frase que es tanto un inicio como un final: «Nunca juegues con ella. No abras esa puerta. Yo lo hice».

Todo empezó como una broma , en el lugar perfecto para un cuento de fantasmas: el desván de la abuela en una noche de tormenta. Entre los ecos del pasado, se encontraron con un viejo baúl que olía a polvo y a olvido.

 

El Silencio Antes del Contacto

 

Dentro del baúl yacía el objeto que lo cambiaría todo. Mientras Marco se reía, la narradora, Alma, sentía un escalofrío premonitorio. Al principio, tras colocar sus manos sobre el tablero, el silencio era total, una calma tensa que solo servía para amplificar el sonido de la lluvia contra el tejado.

Entonces, el indicador se movió por primera vez. Lenta y deliberadamente, deletreó un nombre. No uno cualquiera, sino el de la narradora: A-L-M-A. La broma había terminado; algo más había comenzado.

 

La Respuesta que Heló la Sangre

 

Con el miedo ya instalado en sus corazones, hicieron la pregunta clave: «¿Quién estaba allí?». La respuesta que recibieron fue una contradicción que helaba la sangre, una palabra que negaba su propia existencia: «N-A-D-I-E».

Justo en ese momento, la única vela que iluminaba la estancia se apagó de golpe. Un susurro helado recorrió la habitación, confirmando la peor de las sospechas: no estaban solos.

 

La Presencia en la Oscuridad

 

Lo que siguió fue puro pánico. Marco gritó, mientras Alma se quedó paralizada por el terror. La oscuridad no estaba vacía; ambos sintieron que algo estaba con ellos allí mismo, una presencia liberada por su juego.

El relato concluye con una secuela terrible y perpetua. El narrador nunca volvió a ver a Marco y, desde aquella noche, nunca ha vuelto a estar sola. La puerta que abrió en el desván sigue abierta, y la compañía que encontró en la oscuridad la sigue a todas partes.