La Noche en que el Cielo Canario Contuvo la Respiración: El OVNI de 1976

 

 

Un Atardecer Anormal en el Archipiélago

 

El veintidós de junio de mil novecientos setenta y seis, la rutina de un atardecer cualquiera en las Islas Canarias se vio interrumpida por un acontecimiento que marcaría la memoria colectiva de miles de personas. No fue un sonido, sino una presencia: una luz de origen desconocido, de tamaño colosal y comportamiento imposible, apareció suspendida entre el cielo y el mar. Desde Gran Canaria hasta Tenerife, pasando por La Palma y La Gomera, el fenómeno fue observado por civiles, pescadores y personal militar, convirtiéndose en uno de los avistamientos de OVNIs más documentados y desconcertantes de la historia de España.

 

La Anatomía de lo Imposible

 

Los testimonios, recogidos por la prensa de la época y posteriormente por investigadores, describían el objeto con una coherencia asombrosa. No se trataba de un simple punto de luz. Los testigos hablaban de una estructura luminosa de contornos difusos, casi esférica, que envolvía un núcleo central más denso y brillante. Este «núcleo» parecía pulsar con una luz que variaba en intensidad, provocando cambios en el tamaño aparente del objeto sin emitir el más mínimo sonido.

Las descripciones iban más allá. Múltiples observadores afirmaron que la luz principal proyectaba un halo o liberaba esferas más pequeñas que se movían de forma independiente. Su trayectoria desafiaba las leyes de la física convencional: se desplazaba a velocidades vertiginosas, se detenía en seco sobre el océano y realizaba virajes imposibles para cualquier aeronave conocida. El color también era un factor común en los relatos, virando desde un blanco intenso hasta tonos amarillos y ámbar.

 

El Testigo Colectivo

 

En tierra, la reacción fue una mezcla de asombro, miedo y una fascinación casi hipnótica. Las centralitas de las emisoras de radio locales se colapsaron con llamadas de ciudadanos alarmados. En los barrios, la gente salía a sus balcones y azoteas, apagando las luces de sus casas para eliminar la contaminación lumínica y poder observar mejor aquello que desafiaba su comprensión. El silencio general, solo roto por el ladrido nervioso de los perros, creaba una atmósfera densa y expectante. No era el avistamiento de un individuo aislado, sino un evento presenciado por una multitud distribuida a lo largo de cientos de kilómetros.

 

El Eco de una Noche Inolvidable

 

Tras varias horas de evoluciones sobre el archipiélago, la luz finalmente se debilitó y desapareció en el horizonte, dejando tras de sí un mar de preguntas. En los días y años siguientes, se intentaron dar explicaciones. Se barajaron hipótesis que iban desde fenómenos atmosféricos inusuales y pruebas militares secretas hasta una posible ilusión colectiva. Sin embargo, ninguna de estas explicaciones lograba abarcar la totalidad de los detalles descritos por testigos tan diversos y geográficamente separados.

El propio Ejército del Aire español llevó a cabo una investigación oficial, cuyo informe fue desclasificado años después, reconociendo la extrañeza del fenómeno y la imposibilidad de atribuirlo a causas convencionales. Los croquis dibujados por los testigos, sus relatos detallados y la consistencia de las observaciones constituyen un expediente que, a día de hoy, sigue abierto.

Casi cincuenta años después, el cielo de Canarias sigue siendo un lugar privilegiado para la observación astronómica. Pero para quienes vivieron aquella noche, mirar hacia arriba tiene un significado distinto. La pregunta no es si vieron algo, sino qué fue exactamente lo que vieron. Una pregunta que, como la propia luz, sigue suspendida en el aire.