O Lobishome: La Sombra del Séptimo Hijo en el Folklore Gallego
El Origen de una Leyenda Arraigada
En los rincones más profundos de Galicia, donde las tradiciones ancestrales se entrelazan con el paisaje brumoso, sobrevive una de las leyendas más sombrías y trágicas del folklore ibérico: la de «O Lobishome». Lejos de ser una simple historia de monstruos, narra la condena de un alma inocente, marcada desde su nacimiento por una maldición inevitable. La tradición oral, transmitida de generación en generación, dictaba que el séptimo hijo varón de una misma familia nacía con este oscuro destino. No era una elección, sino una sentencia que lo acompañaría toda su vida, convirtiéndolo en un paria a los ojos de una comunidad regida por la superstición y el miedo.
La Transformación: Entre el Hombre y la Bestia
Para el séptimo hijo, la llegada de la luna llena no era un espectáculo celestial, sino el preludio de una agonía inenarrable. La leyenda describe una metamorfosis dolorosa y violenta: los huesos se retuercen, la piel se desgarra y la conciencia humana se disuelve para dar paso a los instintos primarios de una bestia. Convertido en un lobo de tamaño descomunal, el Lobishome se veía obligado a vagar por los montes durante la noche, cazando ganado y aterrorizando a los caseríos cercanos. Sin embargo, al amanecer, la criatura desaparecía, y en su lugar, un hombre despertaba confundido y cubierto de heridas, con el vago y terrible recuerdo de los actos cometidos por su alter ego.
El Sacrificio de un Condenado
La historia de Antón, como la de tantos otros séptimos hijos en el imaginario popular, es un relato de profunda soledad y sacrificio. Rechazado por quienes le temían y atormentado por una dualidad que no podía controlar, su vida era un tormento constante. La culpa por los ataques de la bestia y la certeza de ser un peligro para su propia familia lo empujaban a una única y desgarradora solución: el exilio. Al aceptar su destino y desaparecer en la inmensidad del bosque, el Lobishome no solo protegía a su comunidad, sino que abrazaba una eternidad de soledad. Su leyenda perdura hoy, no como la de un monstruo, sino como el eco de un alma condenada que eligió el sacrificio para salvar a los suyos, vagando para siempre como un guardián silencioso de los montes gallegos.


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